lunes, abril 30, 2007

IX Bienal de Cuenca




Esteban Piedra
Costa Rica
La construcción: Estudio sobre la organización de la casa
2006
Premio

Ishmael Randall-Weeks
Perú
Triciclo Nómade
2007
Mención


Lalimpia
Ecuador
Prolongaciones
2007
Mención





Mateo López
Colombia
Narración de encuentros casuales
2005-2006
Premio







Philippe Gruenberg
Perú
Mi Cholo
2004
las fotografías complementan el video (una edición (compresión) en 40 minutos de un largometraje peruano de 1972)
Mención



María Teresa Ponce
Ecuador
Proyecto Yuyana (Residencias)
Premio Paris
intervención sobre uno de los mapas turísticos en cerámica que se encuentran en la zona colonial de Cuenca, el proyecto incluye además la proyección de un video en el interior de un camión que se estaciona en varios sitios distintos


Juan Pablo Ordoñez
Ecuador
Grafías
2007
Premio
intervención mediante reflejos del sol sobre uno de los muros del Monasterio de las Conceptas


PORQUE OFENDE ESTA IMAGEN?

X. Andrade


Al aire por Radio Tropicana (www.radiotropicana.com), mayo 2 de 2007

La Primera Edición de la Bienal Internacional de Cuenca fue el resultado de un ímpetu singular por contribuir a una actualización de las artes en el país, y a la inserción de éstas en los circuitos internacionales del arte. Un performance del boliviano Roberto Valcárcel, pintando de amarillo frenéticamente su entorno y hasta el mínimo fragmento de su propio cuerpo en un parque para luego ser removido por una ambulancia para evitar la intoxicación química, simbolizó para mí la apertura de un evento cargado de posibilidades críticas. Cuenca parecía la sede más idónea para la visita de artistas extranjeros, bella y ajena al odio regionalista que también se ha expresado históricamente en la producción y gestión culturales. Después de casi veinte años, sigo convencido, a pesar de la historia que sigue, de que Cuenca es el sitio, aunque el balance de sus avances me devuelvan al grado cero de optimismo.

La Novena Edición de la Bienal, que acaba de ser inaugurada la semana pasada, es meritoria en sí misma: el evento ha sobrevivido al mareo derivado de la inestabilidad política característica de estas décadas, asicomo a los caprichos que han caracterizado a la gestión cultural del Estado, estableciéndola efectivamente como la iniciativa artística de mayor envergadura en Ecuador. Amén de su supervivencia, sin embargo, la Bienal de Cuenca no logró establecer un engranaje que transformara cualitativamente las estructuras de producción de arte al interior del país, ni tampoco consiguió insertar a la propia Bienal en los circuitos más establecidos o respetables del arte visual a nivel latinoamericano e internacional. Bajo esta luz, debo convenir que la Bienal sigue siendo un evento menor dentro y fuera del país.

Hay muchas razones para ello. La mayor parte de ellas trascienden a la propia Bienal y se inscriben en el lodoso terreno de la gestión cultural del Estado, la miopía de los medios masivos frente a la apertura crítica del arte contemporáneo, y los consabidos mecanismos clientelistas que han hecho de las instituciones culturales una colección anquilosada de elefantes más o menos blancos, susceptibles de las quisquillosidades de una u otra autoridad. El panorama descrito ha servido para afirmar la solidez de la mirada aldeana sobre el estatus del arte contemporáneo, hecho evidenciado por la controversia y automática censura a la exposición de la obra del artista Santiago Reyes, quien fuera invitado a Cuenca para formar parte de una serie de intervenciones paralelas. Una de ellas, curada por María Fernanda Cartagena, consistía en el despliegue de una valla publicitaria conteniendo una gigantografía digital de una foto que recoge un momento de la vida íntima del artista: una toma en primer plano del propio Reyes y de su antigua pareja, otro hombre de nombre Eric, descansando recostados sobre una cama, presumiblemente en el dormitorio de ambos. En la foto, Reyes viste una camiseta de la selección ecuatoriana de fútbol a la manera de afirmación nacionalista para quien habita, como él, la experiencia del migrante.

Se trata de una escena cotidiana –dos cuerpos restando, sin desnudez y sin siquiera contacto físico entre ellos—que, precisamente por la banalidad de lo representado, se convirtió de inmediato en el motivo de un escándalo homofóbico digno de una aldea y no de una ciudad expuesta por ya dos décadas a un evento internacional de la envergadura que inicialmente se pretendía. A pesar de los acuerdos previos entre la Bienal y la Municipalidad, la obra no pudo ser instalada en el espacio público al que estaba destinada. De acuerdo a la Alcaldía de Cuenca, la valla propagandizaba ideas sobre sexualidad que eventualmente podrían pervertir a la juventud y a la niñez locales, volviéndolas “anormales”. Como si Cuenca no tuviera su propia comunidad gay y como si en el país las luchas de este colectivo social en el último periodo pudieran ignorarse a pesar de los intentos de invisibilización de más de un Alcalde u Obispo.

La valla fue prohibida de colocar y luego fue emplazada --felizmente y gracias a la apertura de una funcionaria que valoró la importancia del proyecto de Reyes-- en el patio del Museo de la Medicina, una locación incluida en el propio circuito de exposiciones de la Bienal. Mientras la visitaba, pensaba sobre la ironía de los hechos puesto que, por su gran formato, la valla adquiere una espectacularidad singular en su nuevo habitáculo como supervisando a --pero a la vez encarcelada por-- la mirada clínica que hizo de la homosexualidad una “enfermedad” y una “desviación” de la norma. La funcionaria, irrumpiendo mis divagaciones foucaultianas, puso las cosas en su justa perspectiva: “uno puede leer en esta foto una escena de mera confraternidad o solidaridad masculinas, o, una escena de relajamiento después del acto sexual entre dos hombres, dependiendo de la intención de la mirada y hasta de la perversión de la mente”. Abierto este abanico de posibilidades, según su teoría, la lectura de una escena íntima como la que retrata la obra reposaría en los ojos más o menos informados del público.

La censura de esta pieza, por lo tanto, sirve como un termómetro del estado del arte en el país (y de los límites y el devenir de la Bienal como institución, y de Cuenca como sede) según se lo puede medir por su edición más reciente: sin una infraestructura humana, esto es sin la educación de una mirada sobre el potencial crítico del arte, la miopía y el prejuicio imperan. Esto no sorprende en un país donde el principal museo que debería dedicarse al fomento del arte contemporáneo se entrega, en su lugar, a lanzar marcas de atún y revistas de farándula, pero sí contextualiza apropiadamente a un salvaje hecho de censura que de otra manera no podría entenderse. Si cabe una excusa: la Bienal no existe en un vacío sino en un territorio minado por la ignorancia institucionalizada.

Tampoco llama la atención que una ventana a la cotidianidad de una pareja del mismo sexo levante la más morbosa y sórdida de las miradas, aquella que ve pornografía hasta en el reflejo mínimo de las imágenes públicas del propio cuerpo político. Para éste, son precisamente la quietud que proyecta la obra y la ausencia de toda obscenidad en ella las que ofenden al punto del odio, la homofobia y el escándalo. Este es el tipo de desesperadas reacciones que intentan devolver estabilidad al Ilusorio Carácter Heterosexual de la política y el arte. Todo El ofendido y cuestionado hasta por la presencia de meros cuerpos durmientes. Y todo El ansioso, jadeando: Dios salve a los niños de este pueblo! (… por lo menos hasta que pasen por las manos de la siguiente Bienal, o del siguiente Alcalde u Obispo). Gracias por su oportuna intervención, policías mentales. Efectivamente, a través de la ventana de Santiago y Eric se proyecta una perversa intimidad: la suya.

2 comentarios:

  1. A la pregunta anteriormente planteada, te invito a visitar www.autenticoecuatoriano.com

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  2. Entiendo perfectamente el reclamo contra la intolerancia...pero la imagen que la genera es mas bien fea, no me apela a nada. sera que en vivo se siente algo que no llega a traves de mi fria pantalla?

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