domingo, diciembre 20, 2009

Marxz Rosado en Espacio Vacío - Guayaquil

17/dic/2009

Sinfonía de cruceros (2006) - Marxz Rosado from Río Revuelto on Vimeo.
 
La fábula del pescador, la ballena y el crucero
Por Galo Alfredo Torres

1.-Un mundo escurridizo

Para nadie que frecuente los circuitos de arte contemporáneo le son desconocidas las dificultades que acarrea la noción de video-arte, denominación que para muchos no funciona adecuadamente, y si la seguimos utilizando es porque cuando se han buscado alternativas como video de creación o video experimental las cosas no han mejorado. Y es que la raíz del problema está en el objeto que designa: la producción audiovisual susceptible de ser abarcada bajo estos términos es tan heterogénea y escurridiza, que cada vez que se intenta una ordenación o clasificación el fracaso parece anunciado. Creo que el video Sinfonía de cruceros,  del artista puertorriqueño Marxz Rosado, nos enfrenta a las dificultades ya señaladas: ¿es una obra de video-arte o es un cortometraje documental? ¿Está poniendo en imágenes un concepto o nos está contando una historia? ¿Nos está planteando un reflexión sobre alguna realidad, que es el encargo encomendado al arte contemporáneo o está apelando a nuestros sentidos y emociones, que es lo que cierto cine experimental se propone? El mismo Rosado, cuando, casi desprevenidamente, le disparé la pregunta sobre si se consideraba un artista o un cineasta, titubeó, aunque reaccionó y reconoció su inclinación cinematográfica. Por supuesto, no debemos olvidar que la misma noción de cine y aquello que designa, vistas de cerca y a la luz de la producción actual, es otro campo pantanoso, escurridizo, sobre todo cuando se pronuncia esa otra abstracción absoluta que es la noción de cine experimental.

2.-Lo que vemos y escuchamos

Y en efecto, desde el título, este corto se anuncia ante todo cinematográfico, justamente porque su naturaleza sonora y visual  revela que el realizador estuvo atento a aquellos dos canales que lo cinematográfico ha hecho su campo de batalla plástica y el terreno de cultivo de aquello que de más esencial tiene el cine: su lenguaje. Dos canales que en general los artistas, más apegados a la acción artística y al performance descuidan o no los optimizan, puesto que sus obras y proyectos se fundamentan en lo que pasa en sus acciones y no en lo que le pasa a sus imágenes. Es decir, que en general para los artistas que usan como soporte o medio el audiovisual, la cámara y el lenguaje del cine son elementos pasivos, solo cumplen el papel de vehículo de la obra y los reducen al pingüe rol de registro; a tal punto es así que hemos visto obras en video que son meras documentaciones de obras, que muy bien funcionan sin el plus que le podrían aportar la cámara, el encuadre, el color, el sonido, la planificación o el montaje; componentes que, al contrario, son aprovechados y refinados en Sinfonía de cruceros.

3.-Lo que se cuenta

¿Porqué entonces mostrar un cortometraje en una galería y no en una sala de cine? Bueno, ya he dicho que el campo cinematográfico, en la contemporaneidad, es también muy problemático: justamente por la heterodoxia y proliferación de temas y formas. Sinfonía de cruceros cuenta una historia es verdad, pero no es lo que ortodoxamente llamamos “una historia”, ciertamente que hay personajes y acciones dramáticas, pero inscritas en una inusual rarefacción; y además no hay una “puesta en intriga”, lo que lo distancia de lo que habitualmente llamamos cine narrativo, aquel que obedece las reglas dramáticas y profesa un respeto irrenunciable a los códigos de identificación y conducción del espectador. Creo que el corto que nos aprestamos a ver está más del lado de la expresión y la labor creativa de su realizador, y por ello tiende a perturbar la mirada del espectador medio.
 
La historia de la desobediencia, de los alejamientos o formas alternativas de contar una historia es larga, y se inscriben en eso que yo llamo “incorrección creativa”, y han surgido a su vez del tortuoso proceso de planearse dos preguntas: qué es una historia y qué es contar una historia. El cine y el video experimentales, que usan como soporte de registro el fílmico o el digital, han sido protagonistas de la incorrección creativa más radical, en el sentido de que han buscado y encontrado “hechos” que contar, situaciones y personajes, además de maneras de contar muy particulares, que tensan en grado extremo la noción del narrar, de contar una historia. En este cortometraje por ejemplo nunca vemos una ballena: pero la escuchamos, y muy vívidamente.

4.-La fábula del pescador, la ballena y el crucero

Sinfonía de cruceros, con material filmado directamente y por la doble vía del canal visual y auditivo nos cuenta y nos revive la experiencia de arribos y llegadas, nos muestra la febril actividad de un muelle, al que llegan y del que parten enormes cruceros, a los que los dueños del mar casero escoltan, acogen o despiden. Nada especial, pura cotidianidad con la que cualquier persona, incluido el artista, conviven a diario. Pero justamente allí ocurre el gesto estético: cuando ese fenómeno microscópico es convertido en metáfora por alguien que mira se vuelve macroscópico; ese momento cualquiera metamorfoseado en imagen y sonido se torna excepcional, o como dice Paul Auster de uno de los personajes de su novela Leviatán, que también es un artista: que era capaz de convertir lo más mínimo en algo preñado de significados, de cargar a la más anodina rutina de la más excepcional emoción.

Creo que el trabajo sonoro —que no puedo privarme decir que podría hasta funcionar solo y contagiarnos con la sola expansión de sus bajos marinos— y la labor plástica sobre las imágenes revelan a un cineasta meticuloso y que está buscando.

Marxz Rosado es el primer cortometrajista al que escucho decir que no le interesa el largometraje, es decir, todo lo contrario de un cineasta cuya meta siempre es el largo. Y lo dicho por Rosado me alegra, y es aleccionador, porque su actitud revaloriza al corto, y lo conecta con alguien que yo aprecio mucho: Abbas Kiarostami, que nunca ha dudado en llevar toda su experiencia narrativa adquirida en el formato convencional de los 90 minutos a esa experiencia cercana al haiku, que es la verdadera grandeza y esencia del cortometraje. Veamos y escuchemos entonces la vida de este muelle; esta fábula de del pescador, la ballena y el crucero que Marxz ha compuesto para nosotros.

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